miércoles, 29 de septiembre de 2010

Salmo de revolución

Me he pasado los años
cantando para mí en el borde de la acera,
con los ojos cosidos
y contento.

¿Para qué despertar, con lo bien que se estaba?
Pero me he despertado.
Me han despertado.
Con las torres de antes mojadas en el suelo
y todas las guitarras desventradas
llorando de otra forma.

Ya es hora de compara una faja de lana
y llevarla a pudrir entre las piedras
y romper por la calle los botijos de alfarero
como un profeta viejo.

Los botes oxidados siguen cortando piernas
y casi no florece la vergüenza,
la vergüenza de estar.

Busco hermanos que digan que no es malo del todo
estar equivocado
y que hay que equivocarse de este modo
contra el estar estando ricamente
y salir por las calles con los pelos de alambre,
mordiendo los anuncios,
rompiendo los botijos,
abrazando a la gente y cambiando las carteras,
los trajes y los coches, porque todo es de todos.

Con una ira de estreno que ruede y que sonría,
que sonría y que ruede
para poner a ras los montes y los valles
y derecho el camino.

                                      (Mariano González Mangada)

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