SUMANDO FUERZAS POR UN TRABAJO DECENTE
Las
entidades promotoras de la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD)
–Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de
Acción Católica (HOAC), y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— unimos nuestras
voces y fuerzas en este 1º de Mayo, fiesta de los trabajadores y de San José
obrero, para celebrar el sentido creador del trabajo, clave para el desarrollo
humano, integral y solidario, y para denunciar la falta del trabajo
decente para todas y todos en nuestra sociedad.
Como
Iglesia, que quiere ser buena noticia en nuestro mundo, nos hacemos presentes y
nos posicionamos en contra de aquellas situaciones que atentan contra la
dignidad de las personas.
El
sistema configura una sociedad donde el trabajo no es un bien para la vida sino
un instrumento al servicio del capital por encima de la persona. La
deshumanización del trabajo sitúa a la persona en una peligrosa situación de
vulnerabilidad y exclusión social.
Nuestro
actual sistema económico se apoya en un mercado laboral caracterizado por los
elevados índices de desempleo (casi 3,8 millones de parados a nivel nacional y
179.300 –un 23% de la población activa- en la provincia de Ciudad Real,
según la EPA del 1 Trimestre de 2018) y
de la temporalidad, la pobreza de muchos trabajadores, la precariedad de las
redes de protección social (especialmente en lo que se refiere a las coberturas
por desempleo y la cuantía de las pensiones), los bajos salarios, el incremento
de la inseguridad laboral, la reducida representación y participación sindical,
y las dificultades para conciliar vida laboral y familiar.
Detrás
de este injusto marco laboral y social se esconden dramáticas historias
personales de frustración, inseguridad y explotación, de las que somos testigos
directos porque compartimos la vida con las personas que las sufren y las
padecemos, también con frecuencia, en nuestras propias vidas.
Ante
esta realidad de desigualdad y exclusión que afecta a millones de trabajadores
y trabajadoras, las entidades que participamos en la iniciativa Iglesia por el
Trabajo Decente recordamos que «la política económica debe estar al servicio
del trabajo digno. Es imprescindible la colaboración de todos, especialmente de
empresarios, sindicatos y políticos, para generar ese empleo digno y estable, y
contribuir con él al desarrollo de las personas y de la sociedad. Es una
destacada forma de caridad y justicia social» (Conferencia Episcopal Española, Iglesia, servidora de los pobres, 32).
Como
señalan los obispos españoles, «la política más eficaz para lograr la
integración y la cohesión social es, ciertamente, la creación de empleo. Pero,
para que el trabajo sirva para realizar a la persona, además de satisfacer sus
necesidades básicas, ha de ser un trabajo digno y estable». Y añaden que fue el
propio Benedicto XVI quien «lanzó un llamamiento para “una coalición mundial a
favor del trabajo decente” y que la apuesta por esta clase de trabajo es el
empeño social por que todos puedan poner sus capacidades al servicio de los
demás. Un empleo digno nos permite desarrollar los propios talentos, nos
facilita su encuentro con otros y nos aporta autoestima y reconocimiento
social».
Con
motivo de la celebración de este Primero de Mayo, defendemos y reivindicamos:
- Situar a la persona en el centro de
la vida política, de las relaciones laborales y del trabajo.
- Proteger
el derecho al trabajo decente para posibilitar un desarrollo integral de la persona, donde el trabajo sea generador
de dignidad para la vida.
- Lograr la igualdad de oportunidades y
trato para todos los hombres y todas las mujeres.
- Garantizar que el trabajo permita
desarrollar nuestra vocación y sirva para aportar
nuestros dones a la construcción de la sociedad desde el bien común.
- Reconocer
social y jurídicamente el trabajo
reproductivo, para poner en valor aquellos trabajos de cuidados que
posibilitan y sostienen la vida.
- Afirmar la seguridad y la salud en
nuestro ámbito de trabajo, bajo unas condiciones laborales que no atenten
contra la integridad física y psíquica de la persona, y que garanticen la
protección social del trabajador.
- Alcanzar libertad en la empresa para
que, como personas expresemos nuestras opiniones, podamos ejercer nuestro
derecho a organizarnos colectivamente y participemos de las decisiones que
afectan a nuestras vidas.
- Promover la conciliación real laboral y
familiar, mediante la creación de ritmos y mecanismos que
posibiliten el desarrollo integral de la persona en la esfera laboral,
familiar, cultural y espiritual.
- Lograr
que el acceso a los derechos para una vida digna, como sanidad, vivienda o educación, entre otros, no estén condicionados
a tener o no un trabajo.
Como
Iglesia en medio del mundo, nuestros movimientos y entidades participan en esta
realidad social y sufrimos sus efectos deshumanizadores, lo que nos pone en alerta
para cuestionar nuestros estilos de vida y revisar su coherencia a la luz del
estilo de vida de Jesús de Nazaret.
Somos
denuncia profética mientras somos alternativa; y nos acercamos y somos fieles
al Evangelio si somos testigos de aquello que reivindicamos. Tenemos conciencia
de la misión y el compromiso de ser levadura en la masa, y de la urgencia de
crear nuevos mecanismos y relaciones humanas que posibiliten una vida y un
trabajo digno para todos.
Como
gesto profético, en este 1º de Mayo invitamos a las distintas comunidades
cristianas a celebrar la Eucaristía en acción de gracias por el don del trabajo
humano y como signo de solidaridad con quienes sufren la deshumanización del
trabajo.
Invitamos,
igualmente, a participar en aquellas actividades que convoquen las
organizaciones sindicales para exigir un trabajo decente acorde con la dignidad
de toda persona y de todas las personas.
Ciudad Real, 30 de abril de 2018.
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