lunes, 29 de noviembre de 2010

El miedo crea fantasmas

 El miedo nos hace crear fantasmas. El miedo nos inmoviliza. Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo, los que no trabajan tiene miedo de no encontrar trabajo nunca. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida que le engorda y pone en peligro su salud. La democracia tiene miedo a ser demócrata y el lenguaje tiene miedo a decir la verdad. Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tiene miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a que con la presencia de Dios, que en todo momento nos acompaña, no sea suficiente, y cuando Él nos dice: “no temas que yo estoy a tu lado”, nosotros respondemos, … “Sí, muy bien, … pero ¿hay alguien más?”

Nicolás Sarkozy acaba de declarar la guerra a los ciudadanos europeos rumanos de etnia gitana y los expulsa de su país, que también es miembro de esta casa común que llamamos Europa.

Sarkozy no reconoce a los gitanos rumanos como ciudadanos europeos y por eso se salta la normativa de la UE. Sarkozy y un buen número de ciudadanos franceses con él, no mirar a los gitanos rumanos como personas o como ciudadanos con sus derechos y obligaciones. Las gafas oscuras del miedo, con las que miran, les impiden ver sus rostros, sus necesidades, sus problemas, sus derechos. Sólo ven miedo.

Miedo a perder su estado de bienestar, miedo al comportamiento de las víctimas del capitalismo salvaje, que esta vez tiene rostro rumano, pero ayer lo tuvo marroquí y mañana latino. Miedo a las consecuencias de la injusticia. Podría haber optado por mirar de frente la realidad. Esa actitud permite poner en funcionamiento todos nuestros recursos y posibilidades y a la larga, resuelve los problemas. Pero la mirada negra del miedo no permite ver ni pensar y por eso Sarkozy ha decidido no ver. Si expulsa los problemas, los problemas no existen. ¡Pobre ciego!

(extraído de la revista militante mundo rural)

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