DIA INTERNACIONAL PARA LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA
Comunicado
La
pobreza se extiende por todos los países de la tierra, aunque afecta de
manera mucho más amplia y aguda a los pueblos del Tercer Mundo.
Necesitamos recordarnos esta realidad inhumana a quienes formamos parte
del club privilegiado de los que disponemos de unas mejores condiciones
de vida
El empobrecimiento viene creciendo al ritmo de la actual crisis económica. Como dice Ban Ki moon, Secretario G. de la ONU: «En
un momento en que proliferan las crisis mundiales, los más pobres y más
vulnerables reclaman especialmente nuestra atención. Sabemos que en
toda recesión los primeros y peores perjudicados son los pobres”.
A
la situación indescriptible en su inhumanidad de la pobreza en el
Tercer Mundo se añade la situación, también trágica, de la precariedad
laboral y vital, la exclusión y marginación de quienes en nuestro mundo
desarrollado pierden el trabajo, carecen de ingresos básicos, no pueden
pagar la hipoteca o el alquiler de su vivienda, etc. Hay un “cuarto
mundo”, muchas veces invisible, de empobrecimiento y deshumanización
entre nosotros.
La
actual crisis económica es abordada por las entidades económicas
internacionales y los gobiernos desde la salvaguarda prioritaria del
crecimiento económico, no desde la centralidad de la satisfacción de las
necesidades fundamentales de las personas y las familias. Aseguran el
mantenimiento o el crecimiento económico y recortan gastos sociales y
derechos laborales.
El
Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza de este año 2010
acentúa la necesidad de promover un trabajo decente, un empleo digno.
Pero, en España, la Reforma Laboral prioriza los intereses empresariales
y no favorece la creación de empleo.
Vivimos,
pues, una situación profundamente inhumana e injusta, que clama a Dios y
a la conciencia ética de la humanidad. Mantenemos un orden mundial
asesino, teniendo en cuenta que pasan hambre más de mil millones de
personas, de las que cien mil mueren cada día.
Decía Benedicto XVI en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2009: “…
las tergiversaciones de los sistemas injustos antes o después pasan
factura a todos. Por tanto, únicamente la necedad puede construir una
casa dorada, pero rodeada del desierto o la degradación. La
globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar
orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien
de todos y cada uno. En este sentido, hay que verla como una ocasión
propicia para realizar algo importante en la lucha contra la pobreza y
para poner a disposición de la justicia y la paz recursos hasta ahora
impensables” (nº 14).
Como humanos y como cristianos, somos interpelados, pues, a una práctica efectiva de la justicia y la solidaridad. Debiéramos
de exigir, al menos, el cumplimiento de los Objetivos del Milenio.
Resulta cínico que los países ricos incumplan impunemente acuerdos
firmados por ellos mismos y que afectan a la posibilidad de vida digna
de los pobres
Los
cristianos estamos llamados a practicar la caridad política,
comprometiéndonos no solamente en paliar las consecuencias de la
pobreza, sino en erradicar las causas de la misma y alumbrar una
humanidad nueva asentada sobre la libertad, la justicia y la paz.
Comisión Permanente HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA (HOAC)
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