miércoles, 29 de abril de 2020

MANIFIESTO ANTE EL PRIMERO DE MAYO

Ante el 1º de Mayo de 2020, Día Internacional del Trabajo, extraordinariamente marcado por la crisis de la pandemia, las organizaciones promotoras de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) unimos nuestras voces y fuerzas, en esta celebración del trabajo y de san José obrero, para reafirmar que el trabajo es para la vida, que debe garantizarse unas condiciones laborales que protejan la integridad física y psíquica de la persona, y favorezca su protección social, esenciales para una vida digna.

No nos cabe duda de que la crisis laboral y económica provocada por la pandemia de la COVID-19, hubiera tenido un menor impacto, sin la indecente precariedad laboral, ese “virus” que caracteriza el sistema de relaciones laborales, que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias; si la sanidad y el conjunto de políticas sociales hubieran contado con los recursos que necesitan y que fueron recortados como consecuencia de la anterior crisis financiera. 

Los empleos más precarizados, como son los de personas trabajadoras del hogar y de cuidados, de la agricultura, de establecimientos de alimentación o repartidoras, que hasta el momento han estado invisibilizados y no han tenido un justo reconocimiento laboral y social, son los que en este momento de crisis sanitaria, que supone la paralización del sistema productivo y económico, se han «descubierto» como esenciales para la sostenibilidad de la vida, para garantizar el bienestar de todas las personas y que no nos falten alimentos y cuidados durante el periodo de cuarentena. Pero continúan ejerciendo sus funciones en condiciones precarias y en la mayoría de los casos sin la protección adecuada. Amplificamos nuestro aplauso, también para estas realidades. 

«Tenemos unos sueldos muy bajos, sin derecho a paro, no estamos protegidas, por nada ni por nadie. ¿Por qué no tengo yo derecho a cobrar paro como una cajera que trabaja en el supermercado, una panadera, un repartidor?… si mi trabajo es tan digno como el de ellos… no sé por qué las leyes están así, no sé por qué nos miran así, es que parecemos la clase baja del universo…» Rosario, empleada de hogar en Albacete. 

A ello se unen el drama del desempleo registrado, que, junto al estructural, son la punta del iceberg de una crisis del empleo mucho mayor; que no computa los trabajos no reconocidos, ni el empleo suspendido por expedientes de regulación temporal. El empleo que en primer lugar se ha destruido es el más débil, el que carece de redes de protección social. Por ello, a todas las personas que verán reducidos sus ingresos, incluso hasta límites que no garanticen el mínimo para vivir dignamente, se suman las que no cuentan con ningún tipo de protección. 

Hacemos un llamamiento para que se articulen e impulsen todas las medidas necesarias evitando que esto vuelva a pasar, y para apoyar y cuidar a las personas más afectadas, especialmente a quienes están en la calle, sin techo y las que nunca reúnen los requisitos para percibir alguna renta mínima. ITD, constituida por instituciones que acompañan a las víctimas de la precariedad, exigimos construir una red de protección social para quienes han perdido empleo, salario y derechos, para que nadie se quede atrás. 

Necesitamos superar planteamientos individualistas y comprometernos solidariamente con la comunidad y el bien común. Valoramos el compromiso de la ciudadanía y el de tantas empresas, y subrayamos que son las Administraciones Públicas las garantes últimas del bien común de nuestra sociedad. 

Desde estas constataciones, reclamamos
• El reconocimiento de un ingreso mínimo garantizado en un programa articulado que integre las políticas sociales en España. 
• El derecho a la prestación por desempleo para las personas empleadas de hogar, así como el reconocimiento social del trabajo de hogar y de cuidados. 
• La regularización extraordinaria y urgente de los trabajadores y las trabajadoras “sin papeles” y descartados de los derechos de ciudadanía. 
• Un pacto de Estado, entre toda la sociedad y sus instituciones que, entre otras cuestiones, apueste por la centralidad de la persona y el trabajo decente, piedra angular sobre lo que se sostiene todo lo demás. 
• El fortalecimiento del pilar de los derechos sociales en Europa

Como entidades de la Iglesia sensibles y comprometidas con la realidad en el mundo obrero y del trabajo, en este 1º de Mayo y de san José obrero invitamos a las comunidades cristianas a unirnos, desde la distancia física obligatoria, desde nuestras casas, en la celebración y la oración. Os invitamos a participar con creatividad en aquellas acciones que puedan hacer visible la necesidad de un trabajo decente acorde con la dignidad humana.

viernes, 24 de abril de 2020

El trabajo es para la vida, también hoy.

                               
LA HOAC DE CIUDAD REAL CONMEMORA EL 28 DE ABRIL: DÍA DE LA SALUD Y SEGURIDAD EN EL TRABAJO.

Ha tenido que extenderse planetariamente un enemigo invisible (el Covid-19) para que hayamos redescubierto el verdadero valor de la salud humana, del trabajo y de la salud laboral. Confiemos en que no se nos olvide en mucho tiempo.

El 28 de abril se celebra desde 1996 el día de la salud laboral. La Pastoral Obrera y  la Hermandad Obrera de Acción Católica, cada año conmemoran esta jornada reivindicando la preservación de la salud de las personas trabajadoras como exigencia de los acuerdos internacionales y de la legislación nacional, y como opción irrenunciable de la Doctrina Social de la Iglesia; ello desde la preeminencia del ser humano y del cuidado de la Creación, que lo acoge, frente a la economía materialista.

Este año 2020 parece que la pandemia del Covid-19 monopoliza toda la información sanitaria y laboral, pero, antes de la declaración del estado de alarma el 14 de marzo, ya eran varias decenas de personas trabajadoras las fallecidas como consecuencia de su actividad laboral (1). El accidente laboral en el vertedero de Zaldíbar (Bizkaia) el 6 de febrero, en que dos trabajadores perdieron la vida y cuyos cuerpos aún no han sido encontrados,  es un ejemplo bastante llamativo de esta triste realidad.

La emergencia sanitaria en que vivimos estas semanas recrudece el conflicto entre la economía productivista y la salud laboral. Pero, ¿no es esto lo que sucede a diario, sin pandemia, cuando muchas empresas, trabajadores e instituciones no velan lo necesario por la seguridad y salud laboral de quienes desarrollan su trabajo? Ello se constata en la  falta de equipos de protección, en la no adecuación de los sistemas de trabajo a las personas, en la  falta de formación sobre salud laboral, en la escasa implicación para mejorar esto, en la  prevalencia del beneficio económico sobre todas las cosas…   


Por otra parte, esta crisis sanitaria ha vuelto a sacar a la luz la importancia de cada trabajador  y del trabajo como servicio,  a la medida del ser humano y del bien común ¿Cuántos trabajos y trabajadores que hasta hace poco no valorábamos (sanitarios, cuidadores, personal de limpieza y residuos, transportistas, repartidores, comercios, agricultores, seguridad… ) ahora nos parecen imprescindibles para nuestro sostenimiento vital. Para ellos se reclaman ahora mejores condiciones laborales y de seguridad.  Pero esta petición debería ser continua, porque esta situación ha evidenciado lo necesarios que somos todos en nuestros trabajos (no solo ahora)  y lo bueno que es cuidarnos unos a otros.

Actualmente en España contamos con un marco legal bastante avanzado y de calidad. Sin embargo, su cumplimiento deja mucho que desear, ya que se ciñe demasiado a cubrir un expediente y redactar una serie de planes y documentos para “pasar” la inspección. Se olvida con mucha frecuencia el espíritu de la ley, que recoge con insistencia el derecho de todo trabajador a que su integridad física y mental se respete en todo momento durante su vida laboral.

La vida humana es algo tan grande, tan sagrado, que nunca debería ser tratada como moneda de cambio. La vida de quienes trabajan no puede seguirse considerando una variable económica más, sino el centro a cuyo servicio ha de ponerse todo lo demás, incluida la economía.

Para la Doctrina Social de la Iglesia, la dignidad de la persona, la salud y la vida de la persona trabajadora ha de estar por encima de cualquier otro objetivo económico o factor de producción. El valor del trabajo no reside únicamente, en su rentabilidad económica, ni siquiera en el producto o servicio que genera, sino, sobre todo, en que sea fuente de vida para las personas del trabajo, para las familias y para el conjunto de la sociedad.

La HOAC con la Pastoral Obrera de Ciudad Real nos unimos a todas aquellas personas y organizaciones sociales y eclesiales comprometidas en la transformación de esta realidad, para hacer que el trabajo sea una fuente de vida y no de destrucción. Llamamos al conjunto de la Iglesia y de la sociedad a que no permanezcamos indiferentes y hagamos nuestro el dolor y las esperanzas  de nuestros hermanos y hermanas del mundo del trabajo.

Notas:(1):https://www.elperiodico.com/es/economia/20200313/datos-accidentes-trabajo-enero-2020-7888199