Hemos profanado y ocultado el Misterio más impresionante de la Historia convirtiendo su recuerdo en un inmenso escaparate.
Todo es sobreestimulación visual, sonora, gustativa… y así es fácil confundir lo saturado con lo pleno.
Anuncios,
canciones, comidas, colonias, juguetes, regalos, bebidas… todo ello
cuidadosamente embalado y envuelto con el ruido seductor de la
publicidad.
Sólo el Silencio puede aproximarnos a la revelación que esconde ese Misterio.
Un
Silencio que se expresa en los textos sencillos de la simplicidad
voluntaria, de la fiesta austera y sincera, de la solidaridad con
quienes siguen sin encontrar alojamiento en la posada que es nuestro
mundo de hoy.
Por eso, en estos días, nos debemos entregar a esa experiencia de silencio . . .
Silencio que me permita oir cómo se anuncia el suceso en las estrellas. . . .
Feliz Navidad Obrera.
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