Desde
el 13 de Agosto al 16 de Agosto, los militantes de la Hermandad Obrera
de Acción Católica, hemos celebrado en Madrid nuestra XII Asamblea
General. A ella hemos asistido 10 militantes de la diócesis de Ciudad
Real, en la cual hemos compartido con el resto de militantes del resto
de España, otra manera de ser, pensar y actuar. El comunicado final es
el siguiente y si quereis más información (fotos, videos), pinchad en el
enlace www.asambleageneralhoac.es
COMUNICADO DE LA XII ASAMBLEA GENERAL DE LA HOAC
Bajo el lema “Para evangelizar el mundo obrero y del trabajo, humanicemos la cultura”,
nos hemos reunido más de 800 militantes para orar, reflexionar,
dialogar y tomar decisiones sobre nuestra tarea y misión en los próximos
años, teniendo en cuenta la situación actual del mundo obrero y del
trabajo, de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia.
Nos
acompañaron los Obispos D. Atilano Rodríguez, Consiliario de la Acción
Católica Española, D. Antonio Algora, Responsable de la Pastoral Obrera
Española, D. Antonio Cerro, de Coria Cáceres y D. Elías
Yanes, Arzobispo emérito de Zaragoza; representantes de los Movimientos
de Acción Católica Española y de otros Movimientos laicales;
representantes del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) y
Movimientos de Europa y de Latino-América.
En
nuestro proceso de oración, reflexión y diálogo hemos tenidos presentes
a nuestros compañeros, hombres y mujeres, que siguen padeciendo la
injusticia, agravada por la actual crisis, de un mercado de trabajo
convertido en una selva: a los parados, a los sin techo y excluidos; a
los jóvenes sin esperanza; a los pensionistas y jubilados que viven con
un salario de miseria; a las mujeres marginadas en el mundo del trabajo
por su género y en muchos casos obligadas a renunciar a la
maternidad o incluso a abortar, si desean que les renueven su contrato;
también a las mujeres asesinadas, víctimas de la violencia machista, al
ser consideradas como seres humanos de segunda categoría; a los
precarios; a
los que el sistema laboral les impide compartir trabajo y familia,
trabajo y compromiso social, trabajo y formación, trabajo y descanso,
trabajo y vida… Tenemos presentes a nuestros hermanos víctimas de los
accidentes laborales, esa lacra que no se quiere erradicar, y a sus
familiares. Recordamos a nuestros hermanos inmigrantes, a los que se han
quedado sepultados en el mar y a los que comparten nuestros barrios y
nuestras calles, muchos de ellos sin papeles, por lo que se les niegan
sus derechos más básicos como personas; somos conscientes de que algún
día se nos juzgará por la situación de hambre y miseria que padecen
muchos países y que está en el origen de este éxodo humano.
La
situación actual nos exige enfrentarnos al empobrecimiento que provoca
el actual sistema de producción y consumo y a la deshumanización que
genera la cultura dominante, que nos aleja de los empobrecidos y nos
oculta la verdadera dimensión de la justicia.
Hemos
compartido que el reto está en que la Iglesia, y la HOAC como Iglesia
en el mundo obrero, seamos capaces de construir en nosotros y proponer,
con humildad y firmeza, un proyecto de realización humana que responda
al hombre y mujer de hoy, y que seamos capaces de acompañarlo en su
construcción y desarrollo. Este proyecto de realización humana es
Jesucristo, que se nos ha manifestado como “el camino, la verdad, y la
vida” (Jn. 14, 6) de toda persona humana.
Nuestra
experiencia de más de sesenta años como Iglesia al servicio de la
evangelización del mundo obrero nos enseña que nuestro punto de partida
debe ser la mística hoacista, como experiencia de Jesucristo en nuestra
existencia obrera, porque la manera de pensar, sentir y actuar que
genera en nosotros nos hace afrontar el empobrecimiento y la
deshumanización.
Para
vivir y desarrollar esta experiencia de Jesucristo en nuestra
existencia obrera y hacer que se convierta en una manera de ser y hacer
al servicio de la humanización y la comunión, hemos acordado tres
grandes formas de vida y acción:
a) El
cultivo de nuestra espiritualidad y nuestra formación, para dejar que
Jesucristo siga configurando nuestras vidas y superar las conductas y
apetencias con que la cultura consumista, hedonista e individualista
intenta permanentemente ganarnos el corazón alejándonos de los pobres.
b) El
cultivo de nuestra vida comunitaria. El proyecto de humanización desde
Jesucristo nos demanda la necesidad de crear comunidades que lo
desarrollen y acompañen a los militantes en su proyecto de vida. Sólo de
este modo podremos realizar una verdadera encarnación en el mundo
obrero empobrecido y convertirnos en referencia y testimonio de vida
alternativa.
c) El
desarrollo de un quehacer que sea apostólico y comunitario. La vida que
Jesucristo nos ofrece la podremos construir y vivir respondiendo desde
la gratuidad al amor que Él ha derramado en nosotros. Daremos esta
repuesta poniendo el sufrimiento de los más pobres y débiles del mundo
obrero en el centro de nuestra existencia. Seguiremos impulsando la
acción de las organizaciones sindicales y sociales en favor de los
colectivos obreros más precarios.
Damos
gracias por el trabajo solidario y humanizador que muchas personas,
grupos y organizaciones, creyentes y no creyentes, tanto en el ámbito
local como en el global, siguen realizando en los más diversos campos y
en las más diversas situaciones. Ello nos mueve a pensar que la
esperanza sigue naciendo y floreciendo en el corazón humano. Nos
alegramos también de la actuación que la Iglesia tenemos en este campo y
damos gracias a Dios por ello. Todos somos necesarios en esta tarea,
también el Movimiento Junior de AC, con el cuál nos solidarizamos en
estos momentos. Como un gesto más, junto a todos éstos, y siendo
conscientes de que no debemos dar como caridad lo que corresponde como
justicia, hemos realizado una colecta económica cuyo importe pondremos a
disposición de las organizaciones que trabajan con las víctimas de la
crisis que padecemos.
Nos
comprometemos a impulsar el trabajo de las organizaciones políticas,
sindicales y ciudadanas y de todas las personas de buena voluntad en la
construcción de formas de vida y de acción que pongan en el centro de su
existencia y quehacer el amor y la justicia que los empobrecidos de
todo el mundo reclaman y necesitan para construir su proyecto de
humanización.
Continuaremos
también animando la corresponsabilidad del laicado en la vida de la
Iglesia, la Pastoral Obrera de toda la Iglesia y su opción evangélica
por los empobrecidos.
Madrid, 16 de agosto de 2009
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